La historia de la red de metro privada del Capitolio de los EE.UU.

Metro del Capitolio - Ilustración de la revista Popular Science Nº 89, sept. 1916 (Fuente)

El Capitolio de los Estados Unidos es el edificio que alberga las dos cámaras del Congreso (la Cámara de Representantes y el Senado). Se trata, junto con la Casa Blanca, del centro neurálgico de la política nacional, así como de uno de los lugares más representativos de la capital norteamericana. 

Fue inaugurado en el año 1800, y desde entonces ha sufrido numerosas reformas y la anexión de una gran cantidad de edificios que han convertido los terrenos contiguos en una auténtica urbe burocrática. De todas ellas, la que se recoge en esta entrada probablemente sea una de las menos importantes, aunque no por ello deja de resultar curiosa. 

Hablo de la red de metro privada que se encuentra en el subsuelo del complejo y que conecta el edificio principal con los bloques de oficinas de la Cámara de los Representantes y el Senado, situados en los alrededores. El conjunto está compuesto por 3 líneas y 6 estaciones. 

El primer túnel se construyó para comunicar el edificio principal con el bloque de oficinas del Senado Russel. Fue excavado a principios del siglo XX, e inaugurado el 9 de marzo de 1909. La idea inicial era proveer un acceso a pie subterráneo para los senadores, pero caminar hasta las oficinas resultaba demasiado lento y tedioso, sobre todo a la hora de votar, cuando tan sólo disponían de 15 minutos para ejercer su derecho. 

Coche eléctrico Studebaker (Fuente)

Para suplir la necesidad de un transporte más rápido, enseguida se habilitaron dos coches eléctricos amarillos de la marca Studebaker, conocidos popularmente como Peg y Tommy, cada uno de ellos con capacidad para 8 personas. Pero los coches también resultaron ser demasiado lentos para sus señorías, por lo que tan sólo tres años después fueron sustituidos por dos monorraíles eléctricos con capacidad para 24 pasajeros y una velocidad máxima de 8 km/h. 

Estos vehículos tampoco duraron demasiado, puesto que en 1916 se cambiaron de nuevo por unos más rápidos, menos ruidosos y con capacidad para 36 pasajeros en total (18 en cada coche). Cada uno tenía un peso de más de 1.100 kg, y unas dimensiones de 5.6 metros de largo y 1.17 metros de ancho. El coste fue de 9.500$ de la época. Como curiosidad, el asiento del conductor se situaba en el centro de cada tren, dado que estos no podían girar al final de la línea y debían mantener la posición independientemente del sentido del viaje. Ambos recorrían el túnel de unos 230 metros de longitud hasta 125 veces al día.

Monorraíl instalado en 1916, con el asiento del maquinista instalado en posición central (Fuente)

Los nuevos coches se mantuvieron en activo hasta 1960, cuando dieron paso a dos tranvías de doble vía que siguen funcionando en la actualidad. Al igual que el monorraíl, los tranvías también circulan en una única vía dedicada, y están operados manualmente por un conductor. 

También en 1960 se construyó la segunda línea de monorraíl que liga el Capitolio con el edificio de oficinas Dirksen del Senado, erigido en 1958. Cinco años después, la construcción del edificio Rayburn de la Cámara de los Representantes supuso la apertura de la tercera línea, la única destinada a esta cámara. En el año 1982 la línea Dirksen se amplió hasta el complejo de oficinas Hart, y en 1993 el monorraíl se sustituyó por un tren automático de tres vagones operado de forma remota.

Este tren, activo en la actualidad, se mueve gracias a la potencia suministrada por 506 motores de inducción lineal que distribuidos bajo las vías en intervalos de 1.5 a 3 metros. Estas forman un circuito cerrado de casi un kilómetro, que normalmente es recorrido por 4 trenes simultáneamente, cada uno de ellos con un peso de 4.100 kg, con una capacidad de 2.700 kg y una velocidad máxima de 22 km/h.

El senador republicano John McCain en el metro
del Capitolio el 13/03/08 (Fuente)
La red de metro del Capitolio es, muy probablemente, la más segura del mundo. Su acceso está abierto a turistas siempre que vayan acompañados por un guía del monumento, aunque se restringe el uso en las jornadas de votación para no afectar al normal funcionamiento de las cámaras. Sin embargo, toda la seguridad se ha visto reforzada desde los atentados del 11S, y la línea entre los edificios Dirkesn y Hart permanece cerrada al público.

Tan sólo se ha registrado un accidente en los más de 100 años de vida del conjunto. Ocurrió en la línea Rayburn en el año 2007, cuando un fallo mecánico impidió frenar el tren al final del recorrido. No se registraron víctimas, aunque el maquinista resultó herido y fue trasladado al hospital para mantenerlo en observación.

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